viernes, 31 de mayo de 2024

La generación perdida



Cuando pienso sobre el pasado, presente y futuro de México y del mundo en general y en los retos que tenemos que enfrentar, me sucede algo que me endurece el estómago y el corazón. Muchos amigos dicen que tienen esperanza en las nuevas generaciones, a mí, sinceramente, me preocupan las nuevas generaciones. ¿Cómo van a resolver algo que ni nuestros padres ni nosotros estamos pudiendo resolver? Es algo que nos supera. En pleno siglo XXI, estamos a la merced de dos guerras y una de ellas, más es un genocidio generalizado. Toda mi vida, desde que nací, ha habido guerras y no puedo creer que, con tanta tecnología, con tanto avance, no hayamos podido resolver la crisis ambiental, pero ni un poquito. Luego de vivir una pandemia en 2020 y un huracán que destruyó la ciudad, en Acapulco en 2023, y de vivir años de violencia, de haber estado en balaceras, dónde de milagro salimos vivos, de vivir la muerte de muchos de mis amigos, gente joven y muchos de ellos con un gran futuro, me siento completamente vulnerable y al mismo tiempo infinitamente agradecida de estar aquí, viva y completa, porque ha habido muchas ocasiones en que la muerte ha estado muy cerca y me he sentido en peligro. Con todo eso, no me atrevo a traer más gente al mundo. ¿Cómo podría traer a un bebe a este planeta? a un ser tan vulnerable y tan inocente. Ni si quiera me siento capaz de protegerme a mí misma, ¿cómo lo protegería? Y en más, ¿cómo le voy a explicar a ese niño que el mundo está hecho pedazos, que probablemente en su futuro tendrá que luchar por tener agua, servicios y qué sinceramente será muy difícil que obtenga trabajo y una buena calidad de vida? ¿cómo le explico que, en este mundo, tienes que tratar de pasar desapercibido, que en este país no es posible ser exitoso, ni hacer un negocio, porque en cuanto se dan cuenta que estas teniendo tan solo un poco de éxito vendrán a extorsionarte y que lo mejor es vivir medianamente bien. ¿Cómo le explico que no se puede defender al medio ambiente de organizaciones depredadoras porque tu vida corre peligro? ¿Cómo le explico que hay gente sin escrúpulos dispuestos a todo y aplastar los derechos de todos con tal de satisfacer sus más oscuros deseos? ¿cómo le explico que es muy probable que para cuando crezca ya no va a quedar nada? Que entre la crisis ambiental y la crisis social no hay futuro posible. Sería muy difícil para mí poder comunicarle que vino a un mundo del cual ya no queda nada. Sentiría vergüenza de traerlo a un mundo así, en dónde realmente no hay oportunidades. En dónde realmente la va a tener muy difícil. Quizás si fuera parte de una de esas familias que acumulan gran poder, pensaría a quién dejarle todo eso, pero cómo somos simples mortales, no hay en realidad mucha esperanza ni para nosotros y mucho menos para nuestros hijos. Además ¿cómo lo protegería? no me puedo proteger ni a mí misma. No hay elementos, no hay seguridad, ni en el país ni en el mundo. Muchos hablan de salir de México, pero ¿a dónde?  Al menos aquí, ya sabes dónde es seguro y dónde no tanto, y aquí, podemos reclamar por nuestros derechos, en teoría, pero a donde vallas existe ese factor de desconocimiento y gente que buscará aprovecharse. Me lastima mucho el saber en lo que se está convirtiendo el mundo. Lo siento, pero a este punto de mi vida, he perdido la esperanza. Siento que lo mejor es vivir lo que me resta de vida, disfrutando los pocos momentos y lugares con belleza natural que quedan y tratando de resolver, sin entrar en conflicto, los pequeños problemas que estén a mi alcance. Estamos excediendo todos los límites planetarios, la mayoría de las especies están ya extintas o en proceso de extinción, ríos y lagos secándose, bosques siendo talados cómo si no hubiera mañana. Y es que pareciera que no la hay. Yo no sé cómo las nuevas generaciones van a resolver todo eso, cuando en realidad hay muy poco en sus manos. Vergüenza deberíamos de sentir, de saber el mundo que les dejamos. Y cuando pregunten, por qué no hicimos nada, diría que lo intentamos, pero que nuestra vida estaba en riesgo y era luchar o vivir. Que nuestras posibilidades de contribuir eran limitadas y que muchos de los que lo intentaron, pagaron con sus vidas.  Y que, por eso, nosotros preferimos vivir, con todo limitado. Hay animales que incluso ya no se están reproduciendo, porque saben lo que viene. Las olas de calor son cada vez más intensas y las sequias más prolongadas. Es una ilusión pensar que lo que no podemos resolver nosotros ahora lo harán ellos en el futuro, cuándos será aún más difícil. Ellos también intentarán sobrevivir con lo poco que quede, pero a sabiendas de que no se puede más. 

Yo también tengo sueños. Tengo el sueño de tener mi propia granja agroecológica dónde aplicar los principios de la permacultura, volver a un estilo de vida simple, dónde enseñar y dónde pasar desapercibido, disfrutando de la naturaleza y de lo que la tierra nos da. Pero luego entonces descubro que eso es más difícil de lo que parece, que el crimen organizado anda por ahí rondando, exterminando los recursos que quedan, talando bosques, consumiendo todos los ríos y lagos, que alimentarnos orgánicamente es demasiado difícil y caro y que no hay forma de alimentar a los millones de personas que seremos de esa manera. Todo me lleva a la conclusión de que reducir la población, tendría que ser sin duda el primer paso hacía un mundo mejor. Aunque eso es imposible. La gente realmente no se detiene a pensar la generalidad de las cosas, y lo difícil que será vivir, trabajar y alimentarse en años futuros. Nada nos asegura que en algún punto cualquier poder factico pueda venir y desplazarnos, está sucediendo en muchas partes del mundo. Que lo que tienes ahora, no puedes considerarlo totalmente tuyo, porque en cualquier momento a alguien se le ocurre que también lo quiere y pues uno se queda, así como empezó, sin nada, igual que llegamos al mundo, desnudos ante tanta crisis. 

Sé que esto es lo más pesimista que he escrito, pero también es lo más real. Basta ya de romantizar el futuro, y de pensar que, en ellos, en los más pequeños está la esperanza, no. Ellos también la van a pasar mal, ellos probablemente vivirán la peor parte de la crisis ambiental y social. Y tanto amo a mis hijos, que prefiero evitarles todo ese pesar. La verdad prefiero que no existan, que no tengan que pasar por todo esto. Que se queden en el maravilloso paraíso de la imaginación. Quizás sea el ser que va a dar paz a mundo y vendrá con la solución a la crisis, me dijeron el otro día, para convencerme de no perderme la maravillosa experiencia de ser madre. La verdad lo dudo. Hay muchas posibilidades de que este nuevo ser la valla a pasar mal o muy mal y muy pocas de que tenga los elementos para resolver una crisis generalizada. La humanidad está en una encrucijada. Una difícil de resolver. A mis 32 años, me es difícil ya visualizar un futuro mejor. Con suerte realizaré mi sueño de tener mi granja y de viajar para conocer lo que queda del mundo, pero más allá de eso, nada. Nos consumimos unos a otros. La lucha por los pocos recursos naturales que quedan en la Tierra ya comenzó. Y es una guerra desencarnada, en la que todo se vale y en la que todos, los mortales, como nosotros, corremos peligro. He visto a los padres de mis amigos fallecidos deshacerse en el dolor y la impotencia, por perder a un hijo. Yo no quiero vivir eso. Nadie debería de ver morir a sus hijos. Sé que todos moriremos, pero los peligros están ahí afuera, con el solo hecho de existir, seas mujer o seas hombre. 

Este año, 2024, se ha puesto peor, ya se pueden sentir las inclemencias del cambio climático, ya se pueden percibir las luchas por los recursos. En estas elecciones presidenciales y cambio de administraciones en general en México, han sido las más violentas. Cientos de candidatos asesinados en toda la república. Yo realmente, no creo que la actual administración lo haya hecho mal. Pero sin duda, la estrategia de seguridad no está funcionando.  Si claro, atender las causas, pero no es suficiente, siempre van a encontrar gente que quiera ser parte del lado oscuro, porque es muy atractivo, es preferible vivir como rey unos pocos años, que vivir una larga vida de mendigo. Y ya se están apoderando de los pocos espacios que nos quedan. 

Desgraciadamente, esta decisión no es definitiva. Aún hay cosas a considerar, pero si llego a tener un hijo y puede algún día llegar a leer esto, le diría que lo siento mucho. Traerte a un mundo dónde de momento ni siquiera yo tengo fe ni esperanza. Amo vivir, amo estar en la naturaleza, me encanta lo que este planeta nos puede ofrecer, pero no hay justicia, tampoco hay un camino libre hacía la sustentabilidad y la paz social. No hay un lugar seguro. Así que si aún con todo eso, traigo en un futuro a alguien al mundo, hijo, lo siento, perdóname por esa irresponsabilidad. Sé que será difícil, y no encuentro motivos suficientes para hacerte venir al mundo, más allá del placer y quizás hasta egocentrismo de no sentirme sola quizás o de querer experimentar esa clase de amor. Lo único que aconsejaría es ver todas tus posibilidades, aprovechar todas las oportunidades de tener una vida mejor y, sobre todo, desarrollar la mayor cantidad de habilidades posibles que te hagan útil al mundo y seguir tratando de resolver algo entre tanta crisis. 

A toda esta generación, les diría que no los culpo si simplemente buscan sobrevivir a su manera sin importar que el mundo ruede. Siempre pasando desapercibidos, pero tratando en medida de sus posibilidades, de nunca pasar por encima de nadie para sobresalir. Busquen la paz en sus corazones y dejen que el amor los guie, hasta dónde las circunstancias lo permitan, sean paz. Sé que cargan con todo ese peso de la responsabilidad que algunos adultos pretenden dejarles de resolver todo el chiquero de mundo que estamos dejando, pero despreocúpense, yo los libero de esa carga. Vivan y disfruten cómo puedan, pero traten, si pueden, de no perpetuar esta situación, porque sin duda nos vamos derechito a la extinción. También les pido perdón por dejarles ese peso, pero nosotros tampoco pudimos hacer nada, y no los culpo si tampoco pueden. Siéntanse libres y dichosos, pues no tienen ustedes culpa ni injerencia en toda la situación planetaria. Literal, sálvese quien pueda y hagan lo que puedan, con lo que tengan para dejar un mundo una milésima partecita mejor, de lo que lo encontraron. 

viernes, 26 de marzo de 2021

El problema con el Nitrógeno

 Lo que sucede cuando se alteran los ciclos naturales del planeta 

En la Tierra existen ciertos elementos que han estado presentes desde la formación del planeta. Estos elementos forman parte de todo lo que existe en este mundo, incluidos los organismos bióticos y los elementos abióticos. Se dice que existen más de 103 elementos conocidos, pero de todos ellos resaltan seis elementos importantes, también catalogados como macronutrientes, ya que representan los bloques con los que se construyen todas las formas existentes: Carbono, Hidrogeno, Oxigeno, Fosforo Azufre y Nitrógeno (Botkin y Keller, 2011). Nada se desperdicia en la Tierra, estos mismos elementos se han encontrado dentro del planeta en las mismas proporciones desde el comienzo, hace millones de años y siempre atraviesan distintas etapas, interactuando unos con otros, creando y destruyendo la vida, permitiendo el fluir la energía a través de la materia, pasando por diferentes formas y estados y transmitiéndose por todos los seres vivos y no vivos. Este proceso de flujo de energía por medio de los elementos se conoce como Ciclos Biogeoquímicos. Los elementos que conforman la vida son transportados, intercambiados, asimilados y reciclados una y otra vez por todos los seres vivos y no vivos que conforman el ecosistema a través de procesos químicos que pueden durar desde algunos días hasta millones de años. Cada ciclo es único, pero se van relacionado conforme interactúan con el ambiente (Botkin y Keller, 2011).

Para que el planeta sea un lugar tan acogedor y lleno de vida, es necesario mantener un equilibrio de estos elementos en sus ciclos y procesos de circulación. El ciclo del Nitrógeno es un ejemplo de cómo una alteración en estos procesos puede tener devastadoras consecuencias. El nitrógeno es el elemento de mayor abundancia en la atmosfera y un ingrediente importante de la vida porque forma parte del ADN, en forma de aminoácidos y bases nitrogenadas. A pesar de ser tan imprescindible en la formación de organismos no está disponible en su forma natural para ser asimilado por las plantas directamente, por lo que su proceso requiere de la intervención de bacterias que ejecutarán los dos procesos clave en el ciclo del nitrógeno: Fijación y Desnitrificación (Botkin y Keller, 2011).

La Fijación es el proceso mediante el cual las baterías procariotas fijan el nitrógeno inorgánico al suelo convirtiéndolo en nitrógeno orgánico, en forma de Amoniaco y Nitratos y así lo dejan disponible para las plantas, quiénes a su vez hacen fluir el nitrógeno por medio de las cadenas tróficas de alimentación y es así como los consumidores secundarios adquirimos el nitrógeno. En algún momento los organismos mueren y nuevamente con ayuda de las bacterias esa materia en descomposición libera Nitrógeno en forma de gas en un proceso conocido como Desnitrificación (Figura 1). En este ciclo intervienen además la actividad humana ya que también se libera Nitrógeno atmosférico a través de los procesos de combustión y además el uso de fertilizantes nitrogenados sobrecarga de nutrientes el suelo y los mantos acuíferos derivando en la eutrofización de lagunas, lagos y ríos, resultando en la contaminación de los recursos naturales provocando la extinción de especies y contribuyendo en el calentamiento global. Este proceso del ciclo sucede tanto en la Tierra como en el mar, que también recibe un



 excedente de nutrientes que alteran su composición. Es por esta razón que se argumenta que alterar los ciclos biogeoquímicos por medio de actividades antropogénicas puede resultar perjudicial para la vida, ya que a pesar de que el Nitrógeno es necesario para formar las moléculas, no está disponible para ser absorbido de forma directa, tiene su proceso y el excedente de Nitrógeno, puede provocar daños en los ecosistemas. En México, por ejemplo, en los últimos 20 años se ha hecho un uso indiscriminado de los fertilizantes resultando en graves problemas ambientales, las investigaciones realizadas por Peña, Graveda y Veda (2002) en Irapuato; Garcia y Rodriguez (2012) en Sinaloa ilustran a fondo esta problemática en el país. Otro factor humano que interviene son las emisiones de Nitrógeno por medio de la combustión en los procesos industriales. Romo, Romero y Samaniego (2005) analizan la problemática de la contaminación industrial en México en busca de una política de control ambiental eficiente en la industria. Y lo mismo se está haciendo en todo el mundo, a través de acuerdos, leyes y tratados internos y externos encaminados a generar un cambio global en la industria para preservar el equilibrio de los ecosistemas y sus ciclos (Magrin, 2015).

 


Bibliografía

-       Botkin, Daniel b. & Edward a. Keller, 2011. Environmental science. John wiley & sons, inc. 8th edition, united states of America.botkin y keller, 2011

 

-       Peña Cabriales, Grageda Cabrera y Vera Núñez, 2002. Manejo de los fertilizantes Nitrogenados en México: uso de las técnicas isotópicas (15n) Terra latinoamericana, vol. 20, núm. 1, enero-marzo, 2002. Sociedad mexicana de la ciencia del suelo, A.C. Chapingo, México. https://www.redalyc.org/pdf/573/57320109.pdf

 

 

-       Cipriano García- Gutiérrez y Guadalupe Durga Rodríguez-Meza, 2012.  Problemática y Riesgo Ambiental por el uso de Plaguicidas en Sinaloa septiembre - diciembre, año/vol. 8, número 3 universidad autónoma indígena de México mochica hui, el fuerte, Sinaloa, 2012. Pp. 1-10. https://www.redalyc.org/pdf/461/46125177005.pdf

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-       Romo Muriño David, Romero Hernandez Omar y Samaniego Breach Ricardo, 2005. Industria y medio ambiente en México. ITAM Porrúa, México 2005. http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/ce/scpd/LIX/ind_med_amb_mex.pdf

 

 

-       Magrin Graciela. Adaptación al cambio climático en America Latina y el Caribe. Naciones unidas. Cepal. Santiago de Chile,  2015.  


La generación perdida

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