martes, 4 de abril de 2017

Algo para aprender en la Vida

SURF Y MEDITACIÓN

Un portal a otra dimensión mental

Quizá hayas escuchado sobre monjes y gurús en el Tíbet o la India que se pasan el día sentados, repitiendo Om y viviendo una vida alejada de placeres mundanos en guaridas ocultas en las montañas. Si eres surfer, quizá creas que esto de meditar no tiene nada que ver contigo. Lo más probable es que no tengas idea de lo que la palabra “meditación” implique, ni de cómo esta actividad se relaciona con el surf y puede ayudar a desarrollar notoriamente en las personas su capacidad de atención y concentración, para mejorar su calidad de vida.
La meditación va más allá de territorios, religiones, actividades o culturas. Es una actividad que se puede incorporar fácilmente a cualquier estilo de vida, en cualquier parte, sin excepción.
En el mundo hay personas que están muy lejos de crear espacio en su universo para este tipo de cosas. Y hay quienes sin percatarse, meditan todo el tiempo. Tal vez no lo sepas, pero siempre que estas en una sesión de surf, inconscientemente estas meditando. El surf, así como la mayoría de los deportes, sobre todo los extremos, te abre las puertas a otra dimensión mental. Y esto es algo, que si surfeas de verdad, seguro ya lo habrás experimentado. Si no lo crees, haz memoria y recuerda tu última sesión. El mar es un espacio sin tiempo. Donde las distancias son relativas. Puede parecer que estas muy lejos, y en realidad estas muy cerca, a tan solo a tres espumas del punto. O puede parecer que estas muy cerca, y de repente cae el set y te das cuenta que en realidad te encuentras muy lejos.  Entre set y set, intentas seguir adelante. Hay una llama, un fuego interno que te motiva a no rendirte y soportar las revolcadas, la falta de oxígeno, el cansancio, el sol, todo. Solo tienes una cosa en mente: llegar al punto y cachar esa ola. Y luego, de repente, en algún momento, logras llegar. Trata de recordar ese instante en el que llegas. Al fin te sientas en la tabla, con la mirada fija en el horizonte, tomas aire y esperas. En ese instante nada importa. Es como dicen, “un espacio sin tiempo”. La mente se ve obligada a relajarse y a percibir tan solo el momento. Esto, queridos surfers es meditación. Desde el momento en que entras al mar, con tan solo una meta fija, sin tratar de crear, decir ni pensar nada, solo a lo que vas, entonces estas meditando.
Y qué decir de ese mágico momento en que por fin aparece, la observas formándose desde el inmenso horizonte azul marino, esa figura sagrada que tanto placer nos produce a todos los amantes del mar: la ola. Si aún quedaban pequeñas partículas de pensamientos ajenos, en aquel momento desaparecen. El tiempo ser termina de disolver. Vas por ella.
Es muy curioso, en la tradición de Yoga, se dice que en el camino de la realización espiritual, se tienen que seguir ocho pasos. Estos son: Yamas (correcta relación con los demás) Niyamas (autocontrol personal) Asana (posturas para sanar y equilibrar el cuerpo y la mente) Pranayama (ejercicios de respiración) pratyahara (introspección hacia los sentidos internos) dharana (concentración) Dhyana (meditación, reflexión, contemplación) y finalmente, con todo esto, se logra llegar al octavo paso que es SAMADI. El samadi es el fin supremo de todo el camino del Yoga. Es lo que le sigue a una meditación exitosa. Se supone que es un estado de absoluta conexión con el ser supremo que reina el universo. Dios, en otras palabras, aunque los no religiosos dirán que es puro choro, el Samadi va más allá de cualquier concepción religiosa. Es algo extra terrenal. Una sensación de plenitud y total armonía. Indescriptible. Incomparable. Extrasensorial. Que suele durar solo unos momentos. Es esta sensación la que buscan insaciablemente, a veces por años o por vidas enteras millones de personas en el mundo. Sobre todo aquellos monjes y gurús que se alejan de la sociedad. Son incontables los caminos a la realización espiritual. Pero, lo curioso aquí es que es precisamente esa misma sensación la que experimentamos cuando cogemos una ola. Como siempre decimos “solo un surfer sabe lo que se siente”. Si prestas atención te darás cuenta de que eso que sientes al surfear esa ola, al entubarte, al sentir esa energía, no puede ser menos que un estado de conexión con Dios, sea este lo que sea. Y no hay nada en el universo que se le pueda comparar.


Así que, un surfer, es un yogui, que hace meditación activa todo el tiempo, y que, aun cuando quizá no lleva al pie de la letra los otros siete pasos, al final casi siempre consiguen la meta última de todo yogui, tal vez sin darse cuenta. Es por eso que somos tan felices.
Lo ideal aquí seria, que de alguna manera, como surfers que somos, hiciéramos conciencia de todas estas conexiones e intentáramos incorporar un poco más de estos pasos a nuestra vida cotidiana. Como la meditación por ejemplo. Es algo que se puede hacer en cualquier lado, no solo cuando estas surfeando, y si lo haces con regularidad, seguro conducirás tu mente a un estado muy parecido al que experimentas cuando estas en el mar. Esto es muy útil sobre todo cuando tienes que pasar largas temporadas de trabajo o estudio alejado de las olas. Si no tienes idea de cómo hacerlo, aquí te damos algunos consejos para comenzar a meditar fuera del agua.
1.    Elije un día en el que te sientas relajado y listo para dar una oportunidad a la meditación.
2.    Escoge un lugar cómodo: puede ser tu casa, la oficina, tu recamara, etc.
3.    Usa ropa cómoda.
4.    Enciende o apaga la música (puedes elegir alguna selección de sonidos relajantes o música de meditación que podrás encontrar en internet, o si lo prefieres en silencio total)
5.    Siéntate en el piso, sobre una manta con la columna en posición vertical; es preferible que tus piernas se encuentren flexionadas y estés a nivel del piso, pero si te es difícil, puedes sentarte sobre un banco o en una silla, lo importante es que te sientas cómodo.
6.    Coloca las manos sobre los muslos.
7.    Cierra lentamente los ojos.
8.    Haz los ajustes necesarios hasta encontrar una posición natural, cómoda y recta.
9.    Respira y expira solamente a través de la nariz.
10.    Relaja los músculos de la mandíbula y de toda la cara incluyendo parpados y entrecejo.
11.    Concéntrate en tu ritmo de respiración.
12.    Olvídate de cualquier cosa que te produzca preocupación o que te altere emocionalmente, si un pensamiento por el estilo aparece, solo obsérvalo, y déjalo pasar, como si vieras pasar las hojas de un árbol por la corriente de un rio.
13.    Para alcanzar un estado de relajación; Ignora todo a tu alrededor incluyendo sonidos, olores, tactos, gustos y hasta pensamientos.
14.    Cuando notes que es la hora detén la meditación y, poco a poco, abre los ojos.
Se recomienda que las sesiones de meditación se hagan después de alguna sesión de ejercicios. Esto te conectara con tu ser interior, cuando percibas el ritmo, el sonido y la vibración de tu respiración y la intensidad con la que late tu corazón, contrastando con antes y después de comenzar el ejercicio. Al principio tal vez solo logres concentrarte por pocos minutos. No te desesperes. Es como cuando esperas esa ola. Requiere tiempo y disciplina. Pero hay buenas noticias para ti. Tú ya estás acostumbrado. Ese fuego que te obliga a seguir remando para poder pescar la ola y que te da la fuerza para soportarlo todo, esa es la llama que refleja tu espíritu. La esencia de tu ser interior. Un surfer es disciplinado por naturaleza. Nada le motiva más que la fe que tiene en sí mismo para volver al punto y volver a sentir, aunque sea por pocos segundos, ese estado supremo de conexión con el universo. Ese momento en que surfeas. Lo mismo en la meditación. Relájate y observa, con mucha atención. Como si esperaras la ola. Sin tiempo. Sin distancia. Sin espacio. Tan solo tú. Este momento y esta vibración.

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