viernes, 15 de diciembre de 2017

Ashtanga Vynyasa Yoga


UN VIAJE INTERIOR 

El arte del Auto Conocimiento 


Yo no planeaba ser yogui, fue algo que surgió por casualidad, un golpe de suerte en mi destino. Y literal, así fue, un golpe. A los 18 años me di un santo trancazo que me  disloque el  codo derecho dándole al skate. Uno de los días mas fatales de mi vida. Meses después, intenso dolor, hospitales, médicos traumatologos, cirugías y lo demás es historia. 

Todas mis amigas tomaban Yoga, pero como yo me consideraba chica Rocket Power, pensé que eso era demasiado light, quizá no era para mí, pero al no poder hacer nada más, no me quedo más opción. Pasados unos meses de mi accidente con la patineta, y cuando aun sufria con mi brazo chueco, y con unos dolores tremendos, un día,   me encontré en los pasillos de la universidad al maestro de Yoga de mis amigas. Este señor, que era rarisimo, parecía que siempre andaba volado, con su cabellito largo a la Jesus Style, siempre de blanco y puro riéndose, como si se acabara fumar el porro de su vida, pues este sujeto que después se convertiría en mi maestro y mentor más querido, me dijo con toda la certeza del mundo que practicando Yoga solucionaría todos los problemas con mi brazo. Cuando algo te duele tanto, y ya has sufrido tanto, por tanto tiempo, y llega alguien diciéndote que tiene una solución, no te queda más que creerle. Y así fue cómo comencé a practicar Yoga, esa cosa rara. Al principio fue bien extraño porque en la primer clase que tome, había solo personas de la tercera edad, y fue tan frustrante darme cuenta que la señora de al lado tenía mucho mas equilibrio que yo, la chica que se sentía rocket power (jajaja). Pero me gustan los retos y además después de esa primer sesión me sentí cómo nunca. Desde ese momento supe que esto que acababa de hacer era algo que haría el resto de mi vida. 



La predicción de mi maestro se cumplió. Dos o tres meses después de practicar todos las mañanas me comencé a dar cuenta que mi brazo de repente ya no me dolía mas, todo rastro de dolor había desaparecido. Además ya se había enderezado bastante, y me sentía mas cociente, mas firme, derecha, flexible, fuerte, bella y mas extrañamente feliz que nunca. El Yoga me ha enseñado a conocerme, a darme cuenta de cosas que de otra manera jamás me hubiese percatado. Es ir cada día más aya, dentro de ti mismo. 

En una sesión de Ashtanga Yoga Vinyasa, (((cómo se le llama, Ashtanga (8 pasos) Yoga (Union) Vinyasa (Respiración ritmica))))) vas fluyendo de postura en postura, y cuando te las aprendes, solo se trata de escuchar a tu cuerpo, conectarte con él y simplemente darle lo que te pide. Si estas tus pulmones necesitan más aire pues abres más el pecho con un Guerrero. Si te duelen los intestinos, pues les das un masaje haciendo una Pinza, y así sucesivamente. Por eso es un viaje interior. Al final, la sensación es fabulosa, y te lleva a unos estados mentales tan profundos, que irremediablemente te lleva al encuentro con tu verdadero ser interior. 

Ya son ocho años de estar sumergida en este increíble viaje, enseñando y aprendiendo, porque es un universo que entre mas lo conoces más se expande.  Hoy puedo decir que sin Yoga, definitivamente no sería la misma que soy. Me ha dado una paz y una serenidad infinitas y además me ha permitido verme y sentirme fabulosa, y eso me encanta porque lo proyecto hacía todos los demás. Historias así debe haber miles, pues lo más bello es que esto se esta expandiendo como la mejor de las plagas y aunque sea por moda, es lindo que algo que te lleva a un silencio interior profundo se este volviendo tan popular entre estas masas rodeadas de tanto ruido. Ahora solo contribuir a que esto siga creciendo, pues algo que te hace sentir tan bien, te dan ganas de compartirlo, para que todos se sientan igual. Aquí les comparto una de mis sesiones vespertinas, al lado de mis bebes. 








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